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Dichosas erratas

‬Aparecen donde menos te lo esperas y a traición,‭ ‬como las cucarachas.‭ ‬Las erratas afean un texto,‭ ‬desmereciendo su contenido,‭ ‬por bueno que sea.‭ ‬Quien esté libre de pecado que tire la primera piedra.‭ ‬En mi humilde tarea editorial se me han deslizado varias,‭ ‬a pesar de mi observación y la inestimable ayuda del corrector automático del procesador de textos,‭ ‬que a quien lo inventó se merece un monumento.
‭    ‬Leo en Twitter un editor que ironiza con la indignación de quienes se rasgan las vestiduras por toparse con una errata en un texto que tiene decenas de miles de caracteres.‭ ‬Al instante me cayó simpático porque quien ha editado un documento de dimensiones considerables sabe en carne propia el esfuerzo que requiere fijarse en todos los detalles y por mucho amor y dedicación que se preste a la tarea esas odiosas erratas hacen de las suyas.‭ ‬Quiero que se me entienda.‭ ‬No censuro que un lector tenga un nivel de exigencia alto y sea sensible ante estos defectos,‭ ‬pero cuando me pongo al otro lado de un libro,‭ ‬en el de quien edita,‭ ‬prefiero ser comprensiva.‭ 
   Además creo que el lector sabio es capaz de valorar la calidad de un libro aunque incurra en esos defectos y que también sopesará cuáles son los medios de que dispone la editorial para calibrar su nivel de exigencia.‭ ‬Una errata imperdonable en una editorial con una facturación de cientos de miles de euros o incluso millonaria puede disculparse en otra modesta si se compensa con la calidad de otros aspectos del libro.‭ 
   Si me obsesionara con las erratas sería incapaz de perdonarme a mi misma y no me sentiría cómoda.‭ ‬El mayor enemigo de la creatividad es el perfeccionismo,‭ ‬una actitud que bloquea las ideas y encorseta el ingenio.‭ ‬Eso no quita que por supuesto trate de eliminarlas en la medida de mis posibilidades y que aspire a mejorar cada día.
‭    ‬El trabajo editorial genera una enorme satisfacción personal que no se puede ni describir con palabras,‭ ‬aunque no sea agradecido en ingresos y existen obvias limitaciones que van más allá de la literatura para erradicar las erratas.‭ 
   Este es un momento para reconocer la utilidad de los correctores.‭ ‬Existen fantásticos especialistas que se dedican profesionalmente a correcciones,‭ ‬tanto puramente tipográficas como de estilo.‭ ‬Su trabajo vale mucho y abrillantan cualquier obra.‭ ‬Por desgracia,‭ ‬las estrecheces del mercado editorial no dejan el margen suficiente para contratarlos con la tarifa que merecen por su valioso servicio.
‭    ‬Es más,‭ ‬en mi opinión es deseable que las correcciones sean practicadas por un profesional distinto al escritor porque ese correcto está en mejores condiciones para ver el texto con más objetividad.‭ ‬El autor puede dejar reposar el texto un tiempo,‭ ‬despegarse,‭ ‬pero no se consigue la misma frescura con la que un corrector lo examina cuando lo lee.‭ ‬Hay correcciones estilísticas que son oro macizo y convierten un pasaje intrascendente en una maravilla.‭ ‬Tan importantes son las correcciones,‭ ‬en especial las estilísticas,‭ ‬que a mi juicio suponen una especia de coautoría que debe ser reconocida en la portada.‭ 
   Estas líneas son el humilde homenaje que puedo permitirme a los correctores,‭ ‬pero no pierdo la esperanza en que lleguen tiempos mejores en que el mercado editorial genere prósperas oportunidades para quienes,‭ ‬de una manera u otra,‭ ‬contribuyen a crear un libro.‭ ‬Va por ellos.‭ 

   
 
Por Alicia Cofres,‭ ‬fundadora de Clickteratura

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