Las crisis de inspiración
no existen
Es un lugar común el del escritor que sufre una crisis de inspiración e intenta desesperadamente salir de ese callejón sin salida en el que cree que está atrapado donde su creatividad no fluye. Los más deseperados incluso optan por dejarse llevar por la superstición y hacer toda clase de rituales o ponerse un amuleto para que esa creatividad vuelva. Hasta para inventar hace falta suerte.
A mí me ha pasado. Fases en las que sinceramente no se me ocurría nada y una página en blanco en vez de una invitación a expresarme me parecía la pared de un frontón contra el que se estrellaban mis ideas.
Eso era antes. Ahora ya no creo en las crisis de inspiración. Lo diré bien alto y en negrita para que quede bien claro: las crisis de inspiración no existen. Lo que sí existe es la fatiga y el perfeccionismo, dos amenazas que sobrevuelan sobre cualquier autor y que frenan su creatividad.
Pensémoslo bien. Creer que esas crisis de inspiración existen es algo así como tener una visión muy azarosa de la creatividad, como si solo dependiera de la suerte, cuando en realidad no es así. Para desatar la creatividad que todo ser humano lleva dentro lo que hace falta es que se relaje y se suelte, sacando afuera lo que lleva en sí mismo.
La escritura automática es mano de santo para recuperar la fe en la creatividad. Un ejercicio de lo más recomendable y de hecho lo incluyo entre los que recojo en Autoayuda para escribir. Dejarse llevar nada más, sin preocuparse por la sintaxis o el sentido, sólo que el texto fluya con la mayor naturalidad posible. Es una forma de relajarse para recuperar el tono creativo y ganar soltura. Esa despreocupación mientras te dejas llevar reduce el vicio del perfeccionismo.
Ser perfeccionista no es ninguna virtud. Al contrario es un defecto y de los gordos que espanta a las musas. En el fondo implica no aceptarse a una misma en la búsqueda de esa perfección que además no se va a lograr. Un vicio encima de lo más frustrante.
Pues estar bajo los efectos del perfeccionismo es uno de los causantes de esas crisis de inspiración que digo que no existen. Lo que desencadena la crisis es esa actitud soberbia y de rechazo hacia una misma que supone el perfeccionismo. Lo bueno no vale y es rehazado en pos de lo mejor y aun ni eso, más allá, lo perfecto El resultado es un bloqueo que intimida y merma la creatividad.
La de obras maestras que se han frustrado debido a este insano perfeccionismo que frenó a quienes aun teniendo talento no lo explortaron al verse intimidados por no alcanzar esa excelencia que pretendendían alcanzar.
El perfeccionismo además encierra un afán de compararse con los demás. Lo que hago no es bueno porque otro con quien me comparo entiendo que lo hace mejor. Comparaciones que conducen también a la frustración y posiblemente a dejar de escribir. Punto final.
Así que he dejado de creer que las crisis de inspiración existen porque no es que la inspiración te haya abandonado. Es que tú, al escribir, la espantas con ese perfeccionismo enemigo de la creatividad. No, no sufres una crisis de inspiración, tranquilidad, sólo estás siendo perfeccionista.
Y la cura contra el perfeccionismo es la naturalidad. Aceptarse a una misma en su totalidad, con virtudes y defectos, sin soportar ningún lastre que te frene al expresarte y dar rienda suelta a la creatividad. El aceptarse, vivir en el presente y divertirse son los ejes sobre los que escribí Entrena tu sexto sentido.
Una cosa la tengo muy clara. Si fuese perfeccionista nunca hubiera publicado nada. Nadie criticaría mis libros, pero nadie los hubiera leido y serían solo eso, ideas encerradas dentro de mi que se quedaron atrapadas por culpa del perfeccionismo. Ni crisis de inspiración ni nada, arrebatos de perfeccionismo, tendrían la culpa.
Y algo parecido ocurre con la fatiga. Los sobreesfuerzos son indeseables. Intentar llevar el cuerpo más allá de tus energías es también una forma de perfeccionismo por no aceptar que la energía es limitada y ha de dosificarse. Las musas no están enfadaas contigo. Si no se te ocurre nada o no te apetece escribir descansa y ya verás como las musas regresan a donde lo dejaste antes. ¿Crisis de inspiración? No me vengan con esas. No cuela.
Por Alicia Cofres, fundadora de Clickteratura.