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A Coruña submarina:
sirenas nadando en el Orzán

El espléndido literato Rodrigo Osorio luce su ingenio 
en Orixe orzánica das seras todas, un artefacto evocador

A diferencia de esos escritores egocéntricos de best seller que se retratan en sus libros con una sonrisa fingida de aquí estoy yo o una pose acartonada de intelectual decadente, o sea, snob, en la solapa de la portada de su libro, nadie reconoce a don Rodrigo Osorio Guerrero porque aparece con una fabulosa escafandra que esconde su cara y, aunque apenas se le distinga, seguro que posa orgulloso porque se le fotografía en el Museo de Belas Artes de Coruña delante de un mural del pintor don Urbano Lugrís, al que rinde tributo en su más que recomendable ‘Orixe orzánica das sereas todas”.

Enfundarse una escafandra es muy apropiado porque en este libro, lanzado por la editorial Alvarellos, Osorio se sumerge en un pasado reinventado de lo que pudo ser y no fue en el que borra de la historia la Guerra Civil que cambió para siempre el destino de todos y nos deleita ambientándonos en la década de los cincuenta con un discurso de bienvenida del célebre pintor coruñés en la Real Academia Galega en el que se sitúa la evolución de las sirenas en el Orzán.

Aventurar que es un libro fácil de leer sería un engaño al respetable porque en sus páginas se mezclan hasta límites muy estimulantes y juguetones la realidad con la ficción (“os narradores -advierte en este discurso de académico novato y no le falta razón - non somos xente de confianza”). La obra o el “artefacto”, como lo define su creador, tiene varias capas y en función del contexto del lector las desentrañará hasta la profundidad que sus bagaje, experiencias y relación con la tierra y el mar le permitan. Eso no es ningún defecto porque el resultado sin embargo es ameno y hasta invita a la relectura, incluso entre líneas, en la que al repetir se descubren matices que enriquecen la impresión inicial.

‘Orixe orzánica das sereas todas’ transcurre en páginas con un poderío evocador colosal que anima a dar rienda suelta a la fantasía sin perder los pies de la tierra, de la tierra gallega, por supuesto. Sirenas nadando por el Orzán, una fabulosa Coruña submarina con torres de oro y empedrado de ámbar, un cuarto Rey Mago que lleva percebes como ofrenda al Mesías, misteriosos hombres pez rememorados por el boca a boca de marineros en confidencias de taberna…

El conjunto aviva la curiosidad por la singular figura del pintor don Urbano Lugrís al que don Rodrigo rinde un creativo homenaje que va más allá de estas páginas porque ha contribuido con su tiempo, preocupaciones, faena administrativa, y esfuerzo a luchar dentro de una asociación cultural ‘O Mural’ a salvar la obra callejera, permítase la etiqueta, de este artista con la que adornó calles y establecimientos de hostelería. Esfuerzos colectivos que pusieron a salvo de la desaparición el mural de la calle Real, 74, de Coruña, felizmente trasladado y restaurado.

En sus páginas se refleja el apego a Galicia y a su identidad de don Rodrigo Osorio, un berciano (Ponferrada, 1977) arraigado en A Coruña con una intensa implicación cultural por defenderla y conservarla y también se detecta su bibliofilia, palabra desde luego fea para expresar lo que es un bonito amor muy cariñoso por los libros entendidos casi como seres con vida propia que respiran conocimiento. Atentos al hallazgo en un rastro de Madrid o las referencias bibliográficas que jalonan esta obra porque merecen la pena, cultas, pero no pedantes.

Hasta el título está cuidado: ‘Orixe orzánica das sereas todas’. Un título en clave poética que huye de lo corriente y de las fórmulas estereotipadas para poner el nombre a un libro que inundan el mercado editorial. La portada sobria y elegante y un texto intercalado con ilustraciones del propio Urbano Lugrís alegran la experiencia del lector al que caiga en sus manos.

Sin afán de destripar su contenido, en su parte final incluye un apéndice que hace un guiño al oficio del periodismo, recogiendo una entrevista ficticia firmada significativamente a nombre de C.Fernández (evidente alusión de amistad a don César, curtido periodista berciano con dotes de observación) y tres crónicas con sutiles disparidades entre unas y otras, gazapos, que se intuye que son un juego deliberado más del autor entre lo que es real y lo que no lo es, en medio de lo que es una declaración de apego a Galicia y a Coruña. Apuesto a que don Rodrigo Osorio, dado su potencial y la habilidad evocadora que demuestra con este libro, ocupará un lugar destacado en las letras gallegas. Fenomenal.

 

 

Por Pablo Gutiérrez Souto,  periodista.

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